sábado, 1 de diciembre de 2018

Relato 218




Relato 218

Se empeña la sociedad, las redes sociales y los anuncios de Navidad en hacerte creer una verdad, que desgraciadamente, dista de la realidad.

Una calma, fraternidad y amabilidad que en algunos momentos, y al conocer determinadas personas, es un tanto difícil y como poco imposible.
Si bien es cierto, que a lo largo del camino nos encontramos con personas espléndidas, maravillosas, de trato tan agradable que hacen de un instante cualquiera algo especial, cuasi mágico.

Sin embargo, para la existencia de ese equilibrio que lo hace todo perfecto, 
existen otras de una calidad humana deplorable, tóxicas, nocivas y altamente insalubres para un trato diario.
Personas cuya existencia debería estar prohibida por el ministerio de sanidad, aún poniendo en riesgo ese “necesario” equilibrio.

Personas malas per sé, cual cometido es recordarte lo tristemente real y cierto del antagonismo del cielo. 
Personas Nacidas en los agujeros negros del universo; naturales del infierno, cuyo patrón es el mismo diablo. 

Se aprecia en su mirada, en su molesto timbre de voz, en su hacer, en sus actos de mala fe y en su intención, obviamente mala, maldita y maldecía (como decimos por el Sur).
Personas que agotan la paciencia haciendo olvidar todo lo leído sobre lo divino, y sacando tu lado más “humano”, más “mundano”.


Siguiendo el ejemplo de Frankl (“El hombre en busca de sentido”, 1946) y hallar algo de sentido a esta desagradable experiencia, encuentras una gran lección y cuando menos, el crecimiento de tu fortaleza mental.

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