Relato 217
Ojalá la hubiera conocido unos otoños antes, con menos inviernos en la piel y sin esa fractura en el iris,
tan característica, tan suya.
Tan suya y tan propia, y a la vez tan reconocible por no ser muy distinta a la tuya, a la mía.
Ojalá hubiera vivido su jardín repleto de rosas, nenúfares, orquídeas, alegros jilgueros y atardeceres eternos.
Ojalá hubiera llegado en el verano anterior a su marcado otoño, aquel que trajo un invierno del que no sale nunca.
Ojalá le hubieran caído vengalas, estrellas y fuegos artificiales, la noche que le cayó el manto más oscuro del que no se despega nunca.
Ojalá la hubiera vivido cuando dicen que bailaba como nadie, que cantaba como un ángel y que arrasaba por donde andaba, ella no pisaba, se elevaba y se sublevaba.
Ojalá...
Paciencia, Amiga...
Sin más discurso que mi mudez, tímida y respestuosa ante el dolor ajeno; parca y balbuceante, pero con los abrazos suficientes y reconfortantes como para recomponerte.
Sólo espero que pronto, muy pronto consigas frenar Enero, tu particular Enero y que seas otra Tú,
otra Marta,
otra Lola,
otra Nadia.
Esa que nunca hemos visto pero bien sabemos que albergas, y que con todos estos jirones te hagas una capa gigante para volar cielos y surcar mares y mareas.
Esperamos impacientes tu nueva Tú.
Ánimo, Sí se puede.”
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