Relato 46
Era de una torpeza tal que tuvo que caer nuevamente para entender la Incomprensión de lo Irracional,
la Incoherencia de la superlativa Memez,
la Ambivalencia de actos ajenos,
y un sinfín de situaciones que desgastan en lo emocional y en lo físico.
Brusca, Arisca, Única en su Terquedad.
Incluso, a veces algo Fría, como sus ojos, nacidos en el deshielo ... pero frágil en su cristalina y escondida esencia.
Reconocí el quiebra emocional del Iris de su mirada, sencillamente por haberla vivido en primera persona.
Esa obstinación a malquererse no pasó inadvertida para mí.
Es más, me vi en ella.
El dolor en el pecho le vencía y las lágrimas le cegaban.
Los momentos más duros siempre se lloran a solas, sin nadie.
En el grito de la desesperanza, de la desesperación, de la incomprensión.
Creo que por ello había una creciente necesidad de contarme su secreto, emergía sin quererlo.
Las piedras del camino, seres inertes per se, te hacen caer... cierto.
Piedras, rocas erosionadas por el paso del tiempo, muertas e inmortales a su vez.
Sin embargo, Pilares fundamentales de arquitectura indispensable para la construcción de tu propio Yo.
Todas las que te encuentres serán pocas...Siempre en tu Libertad de elegir,
porque en esta vida, mandas Tú.
Perdona, por ser una vez más "Alejandro" y tú, mi " Amiga Mía".
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