Relato 269
Como el día que a llegar a casa no quieres desnudarte y quitarte esa prenda, joya, zapato o bolso que tanto te gusta y has disfrutado llevándolo contigo, haciéndolo tuyo.
Ese momento en el que al desprenderlo de tu piel,
te deshaces y queda tu cuerpo, cuello, oreja o pie al desnudo, descalzo;
A veces, si tu piel es tan sensible como la que llevo, delata el camino que ha llevado y esa prenda, joya o calzado ha dejado huella.
Los pies se quedan, durante un tiempo, con la sensación extraña de poder moverse libremente; tu cuerpo recupera la movilidad del ceñido vestido o el lóbulo de tu oreja late al descanso de no llevar un peso insoportable...
Así, como quien se desviste al llegar a casa, te desvistes de hábitos...
Al llegar a casa.
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