“ He barrido, fregado y limpiado.
Limpiado a fondo, con esfuerzo, con esmero, a conciencia,
como si en cada fricción quisiera borrar algo. O alguien.
Ha vuelto a mi cabeza la conversación de ayer, y es que las charlas con M. dan para todo y para mucho más.
Nuestras charlas son extensas, intensas y densas, hace años que no disfruto de otras conversaciones, no me entusiasma lo más “In” ni el “must have” y sin embargo me inquieta saber cuánto pesa una lágrima,
no otra la tuya, su origen y tu detonante.
Conversaciones de confesión,
confesiones para conversar, las de una vida,
la razón del insomnio,
un desnudo real que no es físico pero es integral; la descarga de pensamientos necesaria para continuar el viaje con la mayor levedad, sin caer en lo insufrible de Kundera.
Hemos recorrido el pasado para curarlo y poder soñar bonito con un futuro pos-pandemia, cuando volvamos a ser libres, cuando seamos ese otro yo aspiracional donde reposará algo del este presente.
¿De qué sirven las “emociones/lecciones” si no se la aprende de ellas?
Seremos otros, en otros cuerpos,
un poco más viejos, en otras mentes, más sabias,
extrañaremos la robustez y firmeza que ahora ni vemos y sólo maldecimos;
añoraremos la inocencia que nos hizo únicos,
habremos cambiado de preferencias, de prioridades o habrán aparecido otras, otras nuevas;
habremos transmutado ese bucle incesante que nos ata a tierra, nos aferra hasta bloquearnos, nos detiene y nos frena en seco, como si de un Stop gigante y luminoso se tratara.
Cada uno con lo suyo y los demás con el resto, sintiendo a miles cada gramo de injusticia, de miedo, de desdicha, de nostalgia y de incertidumbre.
Volveremos, no tengo duda, pero seremos otros.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario