Relato256
Hemos tejido momentos inolvidables con el hilo del buen amor,
la risa que relativiza todos los males y la confianza del que está, siempre.
Inquebrantable. Sin duda.
He llorado mis miedos más inconfesos, aquellos nacidos en la vulnerabilidad del que arriesga y pierde, aquellos que sin ser derrota se viven como tragedia y para mi calma me ha brindado su escucha atenta, paciente y libre de juicio.
Siempre he encontrado en sus abrazos el bálsamo de cura a todos mis trozos rotos e imperfectos, como si sus brazos portaran el agua salada que cicatriza,
la del mismo mar de que me vio crecer.
Como si lo hubiéramos firmado en piedra o la genética nos vinculara, lo nuestro es eterno e inalterable.
Gracias , querido Alberto, por tanto y por siempre.
Reencuentros.
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