Relato 290
Ya no quedan días de verano.
Ya es septiembre en su plenitud certera y puntual.
Se respira su inconfundible olor a rutina.
Es el noveno que aplasta y aparta,
borra ensoñaciones de noches eternas y sin dormir;
el noveno, como siempre, limpia los restos de sal y arena adherida más allá de la dermis;
drena a golpe de horarios los excesos, los mojitos de más y borra por completo las ganas de los besos de menos.
Se aleja con prisa de aquella verbena y coquetea con ahínco con un amarillo otoñal, el mismo que cubrirá cual alfombra bucólica cualquier calle de cualquier ciudad.
Será septiembre, acabará la etapa estival, la ropa ligera y lo que le de la gana de acabar, pero mi piel seguirá sintiendo aquella noche de verano,
la que nunca llegó.
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