Relato 284
Tienen los domingos un aire único de nostalgia,
una calma y un toque de melancolía que los hace reconocibles a cualquier grado del centígrado.
Sea invierno o verano; en activo o retirado, apagado o fuera de cobertura, encendido o desactivado…
Se nota que es domingo.
Los domingos marcan sus horas con una cadencia propia, inigualable e inimitable por cualquier otro día.
Amanece diferente desee su despunte al alba, sabe a séptimo y se duerme a último;
sus horas pesan lentas en cada minuto finito,
el recorrido de sus tiempos hace distinto su pasar.
Hay domingos de dormir, de dormirse,
de balance o balancear,
de trasnochar o madrugar,
de resaca, de finales o de principios,
de costumbres, de salitre y sol,
de montaña y paseo,
de chiringuito,
de sofá y peli,
de baño,
de caricias…
Hay tantos domingos como ganas tengas.
Hoy es domingo.
Y tú, qué domingo eres?
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