lunes, 7 de junio de 2021

Relato 278



Relato 278


Me ha regalado mi amiga @moli_moli__ una caja de lápices de colores. 

Dice que siempre debemos estrenar lápices y nunca perder la ilusión de hacerlo.

Será que en esta etapa adulta, 

debemos ser nosotros mismos los que incorporemos el color; 

pues la vida, a veces, nos sorprende y se revela en “sepia”.


Será que debemos de buscar en los capítulos de nuestra infancia, 

allá donde el color sobraba y todo versaba entre cromáticas de fríos y cálidos; 

ceras, lápices y acuarelas para plasmar sobre el papel nuestra particular percepción del mundo.


Nunca me gustaron mis dibujos, 

siempre me parecieron “feos” y poco artísticos.

Ya acechaba mi don de la divina perfección y la autocrítica, aunque a decir verdad, estos retratos tan poco armoniosos podrían deberse a la sinestesia de mi lado más sensible.

Me gustaba quedarme callada y observar a la gente, podía entender en sus ojos y gestos mucho más que sus palabras.


Desde bien chiquita percibí lo poco amable que puede ser la existencia humana, la dureza de la crueldad infantil y su consecuente sufrimiento.

Aún así siempre puse color en mis acuarelas.


Entre alpinos, cariocas y pinceles gira la vida.

C O L O R E S.


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