viernes, 25 de septiembre de 2020

Relato 254


Relato 254


Todos tenemos un verano al que volveríamos; 

aquel por el que venderíamos nuestro bien más preciado para revivir un momento, el momento; 

aquel instante, suma de instantes, segundos o minutos que lo hicieron el mejor, 

que lo catapultaron al éxito y lo elevaron a la categoría exclusiva, elitista e inigualable de : 

“único”.

Aquel que marcó, que determinó y tuvo la santa osadía de dirigir y marcar el rumbo; aquel que cambió un simple “transitar” por “vivir” ; el reemplazo de “mirar” por “ver” y el bendito placer de mal dormir.

Reír.

El que grabó las letras de Sentir, en su máxima expresión, a fuego; 

del sentir sutil, del incontrolable erizo en la piel con el simple oír de su voz. 

Temblar.

Verano no es un nombre o sustantivo; 

verano es mucho más que seis letras o un elemento fónico.

verano es un estado de ánimo, 

una actitud; 

una adicción, una canción en bucle; 

la acción y su reacción; 

la metamorfosis implícita e inevitable de aquello que te remueve, te mueve y te desplaza;

Verano es Roma, 

porque todos los caminos te llevan a ella y de Roma, de todos es sabido, nunca se sale.”

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