Relato 241
De todos los lenguajes en los que habla el amor, me quedo con el de la risa.
Me quedo con aquella persona que te sienta bien y te hace bien,
aquella que te revienta a felicidad por el simple hecho de existir,
aquella que está sin estar,
aquella que ve sin mirar,
aquella que sabe sin hablar.
Aquella que calla por tu bien y te riñe, también por el bien.
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