lunes, 25 de marzo de 2019

Relato 238



Relato 238


“A lo mejor es sólo cuestión de aceptar 

que la persona en la que que nos convertimos es muy distinta a la de ayer, 

y sin esperarlo, puede ser una bendición.

Que esta nueva es desconocida y sin ánimo de idealizar a la anterior, 

todo resulta, cuando menos, raro. 

Raro e inquietante, pero en mi característica contradicción, se antoja muy divertido, como los regalos. 

Pero aquellos que no esperas, los que son porque sí, los que no hacen honor a una fecha especial, los espontáneos y, quizás, los más auténticos.

Ese sorpresivo instante de nervios que te hace reír y llorar a la vez, que te enmudece y en el intento de discurso... balbuceas; donde tu cara es la descripción gráfica de la palabra sorpresa y reflejas alegría en cada arruga, en cada hoyuelo; donde caes en la cuenta de la famosa frase y en la naturaleza de su extensión :”el regalo son siempre las manos que lo entregan”.

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