Relato 120
"Le calmo, le hablo, le explico...
a duras penas consigo que descanse .
Es tan tarde que el cansancio le abate y finalmente cae rendido en brazos de Morfeo.
y cuando la luna se aleja,
el estruendoso grito de su desconsuelo me despierta,
ensordece hasta el alma más gélida, conmueve el tremendo desgarro de su dolor...
van calando las horas,
van pesando los días...
Va asentándose un nuevo "Estar"
y él no acepta, se rebela, me grita, me exije, me implora, puedo sentir el pánico que le invade y le posee,
se siente débil, muy frágil,
inmensamente vulnerable..."
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