Relato 287
Un día.
Igual que llega y se instala, se va.
Deja de doler, de existir.
Deja de ocupar, de molestar, de desgastar, de rallar, de calentar,
de enfadar, de rabiar.
Para y no sigue más. Fin.
Como el coche de matrícula del 93 que un día no arrancó más. Stop.
Como el ruido molesto que cesa y deja tanta paz como descanso, y así…
abre a su paso un silencio tan deseado como esperado. Calma.
Así. Sin más, se va.
Se cura y calla. Y ya.
Un día.
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